El coaching, como vimos en la entrada El Juego Interior, se basa en ayudar a la otra persona a encontrar las respuestas pos sí misma, en lugar del enfoque tradicional de enseñar y corregir.
Por ejemplo, supongamos que queremos ayudar a un alumno que tiene problemas para superar una asignatura, llamémosla SSK por ejemplo.
Utilizaremos un par de tarjetas, una con la palabra POR QUÉ, y otra con la palabra CÓMO, que pondremos sobre la mesa cada vez que hagamos una pregunta.
Empezaríamos preguntando algo genérico, para ir adentrándonos en el problema.
Coach: ¿Por qué crees que tienes problemas con SSK?
Alumno: Porque tengo muchas asignaturas, y esta requiere mucho esfuerzo.
C: ¿Por qué te requiere tanto esfuerzo?
A: Porque hay muchas clases y actividades, y por si fuera poco además nos obligan a escribir un blog.
C: ¿Por qué crees que es necesario tanto trabajo?
A: Porque es necesario para asimilar los conceptos.
En este punto ya ha llegado identificar que el problema reside en las tareas de SSK. Vamos a intentar buscar que el alumno encuentre soluciones:
C: ¿Cómo puedes hacer las tareas que demanda SSK?
A: Encontrando tiempo para hacerlas.
C: ¿Cómo puedes encontrar tiempo para hacerlas?
A: Quizá si jugara a baloncesto solo dos días a la semana, me borrara del coro de cantos gregorianos o dejara dejara durante un tiempo la partida de póker de los jueves, tendría algo más de tiempo.
En este punto el alumno ha encontrado por sí mismo la solución al problema. Y solo hemos tenido que usar las palabras POR QUÉ y CÓMO.
Y además, nos hemos ahorrado el compromiso de intentar ayudarle con consejos que probablemente no quiera escuchar. Útil, ¿verdad?